Sauces IV

  • Nombre: Sauces IV
  • Ubicación: Guayaquil
  • Fecha: 1985-1990
  • Nº de Viviendas: 2672
  • Contexto: Nuevo desarrollo
  • Promotor: Junta Nacional de la Vivienda
  • Arquitecto: Equipo técnico de la Junta Nacional de la Vivienda
  • Bibliografía:
    Martín Blas, Sergio; Rodríguez Martín, Isabel (Ed.). Arquitecturas Vis. Vivienda de inter´res social en seis ciudades iberoamericanas. Ricardo Sánchez Lampreave / FAU USP. Madrid: 2018.

Altura, ritmo y variedad en los bloques urbanos

Sauces IV se erigió como alternativa habitacional frente a la ocupación informal de la periferia norte de Guayaquil en la década de los años 80.
Realizado por la Junta Nacional de la Vivienda, el conjunto se implantó en una macromanzana de forma irregular con una superficie de 33 hectáreas, donde debían alojarse a unos 16.000 habitantes, en su mayoría provenientes del campo. 

El proyecto comprende distintos tipos de vivienda y formas de agrupación: los bloques multifamiliares hacia las vías principales bordean la manzana y hacia el interior, se localiza la vivienda de baja altura y alta densidad, articulada mediante calles peatonales y pequeños parques. Se genera así un frente urbano unificado y variado a la vez, en el que los tipos residenciales en altura, protagonistas innegables del conjunto, se adaptan a la forma y tamaño de los solares, respondiendo a su vez a la geometría de las vías. En algunos casos conforman agrupaciones, en otros permanecen como construcciones exentas que se desplazan o giran aportando ritmo y movimiento a la composición, valores que contrastan con la monotonía del trazado reticular e implantación de las viviendas de baja altura del vecindario. 

Adaptados a la geometría irregular de la manzana, los bloques responden a la rápida urbanización provocada por la migración del campo a la ciudad

Internamente, las unidades de vivienda (tres por nivel) se encuentran dispuestas alrededor de un núcleo de circulación vertical; en su organización se han evitado las medianeras y el enfrentamiento de los accesos, resultando tres volúmenes diferenciados que mantienen su autonomía y privacidad.

Densidad y jerarquización de espacios públicos

La configuración de la manzana adapta soluciones de baja y alta densidad en un solo macro-espacio urbano, con una limitada pero bien cualificada extensión de áreas verdes y espacios comunitarios. Los bloques multifamiliares se enfrentan a la calle, retranqueándose de la calzada y permitiendo la formación de vacíos que aportan equilibrio al conjunto, al mismo tiempo que permiten la inserción de vegetación y la localización de otras actividades como extensión de las desarrolladas en planta baja. 

El doble acceso de los núcleos de circulación vertical refuerza el concepto de permeabilidad, elimina la imagen de fachada frontal y fortalece la percepción del espacio exterior como espacio continuo. Esta configuración contrasta con la morfología de las viviendas unifamiliares vecinas en las que la superficie del espacio colectivo se reduce exclusivamente a las calles peatonales, la vegetación existente es de menor porte y los usos no residenciales son prácticamente inexistentes. 

Para la localización de los equipamientos colectivos, como escuelas, centros médicos e iglesias, se da preferencia a las zonas cercanas a los parques y las plazas. La variación de escala y caracterización de los espacios entre los edificios (aceras, callejones, parques, aparcamientos y plazoletas) hacen posible que se desarrollen diferentes actividades y se genere una experiencia urbana intensa que es valorada positivamente por los vecinos de la zona. Desde estos espacios se ejerce un control visual hacia la calle, realizando una fuerte presión sobre posibles actividades delictivas y fomentando, de esta forma, la seguridad en el sector.

La diversidad de densidades y usos del suelo influye positivamente en el desarrollo de una vida comunitaria

La apropiación informal del espacio colectivo como estrategia para dinamizar la economía doméstica

El conjunto habitacional se insertó, en su momento, en un área exclusivamente residencial en la periferia de la ciudad, lo que dificultaba el acceso a insumos básicos para las personas que residían en la zona. El espacio entre los bloques y la calle se convierte en una oportunidad para resolver estas carencias y generar ingresos. El 80% de las viviendas de planta baja han modificado el espacio doméstico y urbano para generar viviendas-comercio o viviendas-taller e integrar usos no residenciales productivos que solucionen las necesidades de desarrollo y subsistencia. 

Adaptados a la geometría irregular de la manzana, los bloques responden a la rápida urbanización provocada por la migración del campo a la ciudad

Las modificaciones se expresan de dos maneras: la primera, añadiendo una estructura ligera que facilita la realización de actividades de manera temporal, sin llegar a privatizar el espacio público; y la segunda se produce, principalmente en las vías de mayor tránsito, alterando la localización de los cerramientos y apropiándose del espacio público inmediato de modo permanente. 

Los espacios comunes en el interior de la manzana que conectan con las calles peatonales de acceso a las viviendas de baja altura se convierten en lugares de encuentro para ambas comunidades y focos de atracción para el comercio informal.

Texto por: Juan Carlos Bamba, Teresa Pérez

  • © Fotografía por Jonathan Andrade