Plan R.H.P
- Nombre: Plan de Renovación Habitacional Popular
- Ubicación: Ciudad de México
- Fecha: 1989
- Nº de Viviendas: 78
- Contexto: Centro Histórico
- Promotor: Departamento del Distrito Federal y Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología
- Arquitecto: Carlos González Lobo
- Bibliografía:
Martín Blas, Sergio; Rodríguez Martín, Isabel (Ed.). Arquitecturas Vis. Vivienda de interés social en seis ciudades iberoamericanas. Ricardo Sánchez Lampreave / FAU USP. Madrid: 2018.
Plan de Renovación Habitacional Popular
Tras el sismo del 85, el gobierno de la Ciudad de México creó el Programa de Renovación Habitacional Popular (Plan RHP), localizando a 41.500 familias damnificadas e identificando, en un inicio, 44.787 acciones de intervención.
El Programa, además de intervenir sobre vivienda, actuaba sobre pequeñas construcciones accesorias que albergaban talleres artesanales y negocios, ya que estos usos formaban parte inseparable del tejido urbano, generando en gran parte el carácter de barrio que se quería respetar.
Reconstrucción de la ciudad histórica tras una situación de emergencia: respeto al tejido existente y soluciones específicas lote por lote
Las intervenciones trataron de reconstruir siempre en el mismo lugar donde se encontraban las viviendas afectadas y de rehabilitar los edificios históricos y de valor arquitectónico que estaban en uso antes del sismo. Mientras tanto, se levantaron viviendas provisionales, seguras y confortables en zonas lo más cercanas posible a las casas originales. Las nuevas viviendas debían medir al menos 40 m2 (área que duplicaba la superficie promedio de las viviendas afectadas) y en el caso de reparaciones o rehabilitaciones, se proporcionó una nueva área mayor o igual a la de la vivienda original.
Estas características se implementaron bajo dos modelos de actuación: las viviendas que respetaron el programa de manera dogmática y las producidas mediante procesos de participación con ayuda de grupos técnicos de apoyo solidario.
La vivienda entendida como proceso
La propuesta se basa en la autoconstrucción dialogal mediante la autogestión y la edificación progresiva de las viviendas, lo que convierte al tiempo en un material más del proyecto. Para llevar a cabo este proceso de autoconstrucción, los habitantes y el grupo técnico de apoyo solidario tuvieron que replantearse las normas y el concepto de vivienda que venía utilizándose hasta el momento a través de un uso ‘apropiable y apropiado’ de los materiales, en palabras de los propios arquitectos.
Se edifica por tanto manteniendo los lineamientos de una vecindad al exterior, mientras que hacia el interior cada familia transforma su vivienda de acuerdo a sus necesidades. Cada vivienda parte de un ‘gran galpón’ de 25.50 m2 ubicado en un lote de 30.5 m2. Este galpón permite construir en seco crecimientos progresivos interiores hasta alcanzar una superficie de 55.8 m2, a lo que se le puede sumar un crecimiento en la terraza, ampliando la superficie útil habitable y privada para la familia hasta los 60.65 m2.
Se racionaliza la estructura mediante el uso del suelo cimiento, cartelas de concreto armado sobre muros de carga a modo de refuerzo estructural y cubiertas de geometría resistente que se pueden autoconstruir con la mano de obra no especializada disponible y que soportan adecuadamente los sismos.
Los habitantes se apropian del lugar y lo dotan de un significado y caracter propio
Incorporación del saber local
El proyecto forma parte de los ‘casos atípicos’ del Programa PRHP, modelos producidos mediante procesos en los que los vecinos diseñaban sus casas de forma activa, a la medida de su lote y sus necesidades. La propuesta enfatiza el arraigo de los vecinos con el lugar, al retomar los valores culturales del entorno, entender el barrio como fuente de identidad y respetar los usos tradicionales. Se recupera la vecindad como modo de organización en la que los espacios compartidos son la base de la solidaridad colectiva. La construcción se adosa a las colindancias. De este modo, el espacio libre se concentra en el patio vecinal y los particulares, proporcionando una mayor separación entre viviendas. En su relación con la calle, la fachada se consolida con locales comerciales y talleres. El acceso al conjunto se realiza a través de un portón ligado a un zaguán donde se ubica una representación de la Virgen de Guadalupe. La célula de la vivienda se diseña de acuerdo al funcionamiento de una vivienda unifamiliar tradicional compuesta por sala, cocina independiente del espacio de estar, baño, tres recámaras, acceso a la vivienda desde planta baja (esencial para usuarios con movilidad reducida), lavadero y tendedero individuales, y patio-jardín propio que permite la iluminación y la ventilación natural de la casa.
Mediante la participación de los habitantes en todas sus fases, el proyecto incorpora lecciones del urbanismo y la vivienda tradicional popular
Texto por: Lucía Martín López, Héctor Guayaquil