Lavapiés

  • Nombre: Lavapiés
  • Ubicación: Madrid
  • Fecha: 1988-2016
  • Nº de Viviendas: 277
  • Contexto: Intervención Casco Histórico
  • Promotor:  Empresa Municipal de la Vivienda (EMVS)
  • Arquitecto: Jesús San Vicente, Juan Ignacio Mera, Samuel Torres de Carvalho / Carmen Espegel, Concha Fisac / Mónica Alberola, Luis Díaz-Mauriño, Consuelo Martorell
  • Bibliografía:
    Martín Blas, Sergio; Rodríguez Martín, Isabel (Ed.). Arquitecturas Vis. Vivienda de interés social en seis ciudades iberoamericanas. Ricardo Sánchez Lampreave / FAU USP. Madrid: 2018.

Regenerar el centro con vivienda social

Salvo contadas excepciones, la vivienda social se ha situado en las periferias urbanas para huir de la congestión de los centros históricos y, sobre todo, para encontrar suelo de menor coste. Experiencias pioneras como las de Frankfurt o Berlín en los años 20 y 30 del siglo xx marcaron un camino que sigue siendo el más habitual en muchas ciudades. Hoy sabemos que concentrar la vivienda social en barrios periféricos puede abonar el terreno para la exclusión y la marginalidad, además de suponer importantes extensiones en las infraestructuras, y que las áreas centrales ofrecen oportunidades extraordinarias para la integración si son rehabilitadas y equipadas.

En Lavapiés, una de las áreas históricas más populares de Madrid, la mejora del barrio y la recuperación de su arquitectura desde los años 80 han convivido con la construcción de nuevas viviendas sociales, en un proceso gradual de transformación mediante intervenciones puntuales coordinadas. Los beneficios se multiplican desde entonces. Por un lado, la vivienda social contribuye a un modelo de ciudad compacta y diversa, opuesto a la segregación espacial y al elevado consumo de suelo y recursos de los modelos extensivos. Por otro, la población de rentas más bajas se beneficia de la proximidad a los servicios, infraestructuras y comunicaciones de un centro urbano mejorado, que se convierte en espacio de convivencia e integración. 

Construir o rehabilitar edificios para incluir vivienda social en áreas centrales es un modo de fomentar la diversidad y aprovechar el potencial integrador de la ciudad histórica

Rehabilitar y reinterpretar los tipos históricos

El barrio de Lavapiés es conocido por sus famosas ‘corralas’, un tipo de vivienda popular organizada en torno a un patio con corredores que dan acceso a las distintas viviendas. La corrala permitía a los promotores aprovechar solares profundos, disponiendo viviendas interiores que a menudo eran poco más que un cubículo de unos 20 m2, con servicios compartidos y deficientes condiciones de ventilación e iluminación. Por ello, este tipo de vivienda colectiva se asoció a la insalubridad de las áreas urbanas más congestionadas, y desde la segunda mitad del siglo XX se propuso su erradicación. En Lavapiés, sin embargo, se optó por una rehabilitación selectiva de las corralas, que mejorase las condiciones de salubridad sin eliminar lo que esa arquitectura podía ofrecer como específico al barrio: una intensa vida comunitaria articulada en torno a diversos espacios y umbrales entre lo público y lo privado. Algunos de los mejores edificios nuevos de vivienda social en Lavapiés han reinterpretado y reelaborado estos espacios en clave contemporánea: zaguanes y patios de acceso, escaleras abiertas y corredores compartidos por varias viviendas, incluso balcones de uso colectivo que se asoman a la calle, se ofrecen como soporte de encuentros e intercambios entre los vecinos, y de éstos con la ciudad. Quien busque el contacto directo y el compartir en proximidad, dentro del actual contexto de individualismo, encontrará su sitio en Lavapiés, donde los tipos históricos de vivienda popular siguen sirviendo de inspiración para la nueva arquitectura. 

Los tipos arquitectónicos tradicionales de la vivienda popular pueden servir de inspiración a nuevos proyectos, manteniendo la identidad de barrios y ciudades

Continuidad de lo doméstico

Las calles de barrios históricos como Lavapiés tienen un carácter específico, definido en gran parte por la continuidad de las fachadas de los edificios de vivienda. Junto con el suelo, estos planos de arquitectura doméstica definen los límites del espacio público y sus umbrales e intercambios hacia los interiores privados a través de ventanas, balcones, puertas o zaguanes. La repetición rítmica y las variaciones de los mismos elementos domésticos en las fachadas de Lavapiés, con su lenguaje de impostas, huecos verticales con balcón, contraventanas de madera o metal y barandillas de forja, definen la arquitectura del barrio. Los nuevos edificios de vivienda social han asumido, en los mejores casos, que la continuidad de ese lenguaje doméstico no debe conducir a su reproducción mimética, sino a un entendimiento profundo de su valor como configurador de las relaciones entre lo público (la ciudad) y lo privado (la vivienda). Ejemplos como los de la calle Embajadores 37 y 52, de 1991 (San Vicente, Mera, Torres) y 2005 (Espegel, Fisac) respectivamente, o el más reciente en Vara de Rey 12, de 2010 (Alberola, Díaz-Mauriño, Martorell), demuestran una rica variedad de aproximaciones y distancias entre la nueva arquitectura y la continuidad histórica de lo doméstico. Una vez más, la vivienda social demuestra su potencial como elemento clave en la construcción de la forma urbana.

La nueva arquitectura de vivienda social puede asumir un compromiso con la ciudad histórica y asimilar sus principios sin reproducir miméticamente su lenguaje

Texto por: Sergio Martín Blas, Isabel Rodríguez Martín

  • © Fotografía por Guiomar Martín Domínguez